El tomate (Solanum lycopersycum) es uno de los cultivos de hortalizas más extendidos en el mundo y las perspectivas de evolución del cultivo son grandes, debido a su potencial de mercado tanto en forma natural como industrializada (FERREIRA et al., 2010).
El tomate es uno de los cultivos hortícolas más exigentes en cuanto a fertilización se refiere (DE OLIVEIRA et al., 2023). Al inicio de su ciclo, el cultivo presenta baja absorción de nutrientes, pero la siembra de tomate requiere de gran cantidad de nutrientes en otras fases de desarrollo, especialmente al inicio de la floración y crecimiento del fruto (DIAS, 2020). Según Pereira (2018), el uso estimado de fertilizantes en el cultivo de tomate es de 1.875 kg ha-1.
La correcta nutrición de las plantas se refleja directamente en el producto final y en su durabilidad postcosecha. Para ello, el mercado de insumos se ha ido modernizando y buscando productos que sirvan al productor en cuanto al cultivo de este cultivo de hortalizas (DE OLIVEIRA et al., 2023).
La fertilización NPK es importante para las plantas de tomate, porque está ligada a la disponibilidad de asimilados, ayudando en el crecimiento y desarrollo del cultivo (DA SILVA et al., 2018). El nitrógeno aumenta la producción, ya que influye en el crecimiento vegetativo y en la parte aérea fotosintética, pero debe aplicarse en las cantidades recomendadas, ya que en exceso puede causar problemas como frutos huecos y hacerlos más susceptibles a problemas fitosanitarios (FILGUEIRA, 2008).
El potasio interfiere con la calidad de los frutos, ya que está asociado al proceso de síntesis y translocación de carbohidratos que ocurren en el fruto (PIMENTEL, 2004). El fósforo es un macronutriente limitante, entre sus funciones esenciales se relaciona con el aspecto estructural, en la fotosíntesis y la respiración, influyendo en un mejor crecimiento de las raíces, formación de semillas y mejora en las características de los frutos (PRADO, 2008; MUELLER, 2018).
El calcio y el boro son nutrientes que están relacionados con trastornos fisiológicos en tomates, pudrición apical y lóculo abierto, respectivamente, y según Hahn et al. (2017), inciden en la producción y calidad de los frutos, ya que actúan sobre la estructura celular y activación de reacciones vitales en la planta, teniendo funciones similares en relación con la división y elongación celular y la formación de la pared celular (ALVES, 2021).
El calcio es esencial para un buen crecimiento y productividad de las plantas. El nutriente es esencial para mantener una buena estructura y calidad de la fruta. Se destaca la importancia del calcio en las diferentes etapas del crecimiento del tomate en floración y fructificación ya que aumenta el desarrollo reproductivo de las plantas, mientras que la maduración de los frutos mantiene su firmeza y calidad, reduciendo el riesgo de pudrición apical (Figura 1).
Figura 1- Síntomas de deficiencia de calcio en tomates. Fuente: Agrológica.
En cuanto a la fertilización, se utilizan fertilizantes químicos de alta solubilidad, siendo agentes degradantes de la materia orgánica (LUZ et al., 2007). En este sentido, una buena alternativa en fertilización son los organominerales que brindan un manejo sustentable del suelo, promoviendo la sustentabilidad en el corto, mediano y largo plazo y la preservación de los recursos naturales (MOTA et al., 2019; CHÁVEZ et al., 2019).
EL organomineral Es un fertilizante que resulta de la mezcla física o combinación de fertilizantes minerales y orgánicos. A diferencia de los fertilizantes minerales, los organominerales aportan nutrientes de forma lenta, de modo que el cultivo pueda absorber los nutrientes esenciales durante cada fase de su ciclo (DE OLIVEIRA et al., 2023).
Estudios con diferentes cultivos de hortalizas y comparando fertilizantes organominerales y fertilizantes minerales, observaron que los fertilizantes organominerales fueron eficientes para aumentar la vida útil, para remolacha (FERNANDES et al., 2020) y fresa (FARNEZI et al., 2020) y lechuga (AGUIAR et al. ., 2021), además de proporcionar mayores ganancias en la productividad de dichos cultivos.
Un factor preocupante es que la producción de tomate en muchas zonas de Brasil a menudo ha sido limitada debido al exceso de sales disueltas en la solución del suelo (MEDEIROS et al., 2012). La salinidad ha sido un factor responsable de uno de los estreses abióticos que más limitan el crecimiento de las plantas y la productividad del tomate, especialmente en áreas de cultivo protegidas (GUEDES et al., 2015). El exceso de sales en el suelo de cultivos protegidos es bastante común debido, en la mayoría de los casos, a las altas dosis de fertilizantes aplicados y a la falta de lixiviación de las sales acumuladas tras un cultivo. El uso continuo de fertilizantes minerales ha resultado en problemas en cuanto a degradación del suelo, lo que provoca una rápida reducción del contenido de materia orgánica, salinización, teniendo como resultado el empobrecimiento de nutrientes en este suelo (SILVA et al., 2007). Parte del fertilizante añadido al suelo se consume y el resto se deposita en los coloides del suelo, pudiendo aumentar la concentración, especialmente tras aplicaciones sucesivas, que pueden llegar al punto de reducir el desarrollo vegetativo y el rendimiento del cultivo (DE OLIVEIRA et al., 2023).
Se han utilizado fertilizantes organominerales como forma de mitigar el estrés salino (SOUZA et al., 2018). Los estudios han demostrado un menor impacto ambiental proporcionado por la aplicación de organominerales en comparación con los fertilizantes minerales convencionales. Entre las ventajas podemos mencionar la reducción de la salinidad del suelo y una menor lixiviación de nutrientes (LANA et al., 2020).
Los fertilizantes organominerales ofrecen varios atributos que promueven ganancias en la producción de cultivos debido a la acción de la materia orgánica, favoreciendo el mejor aprovechamiento de los nutrientes minerales (DE OLIVEIRA et al., 2023).
La materia orgánica presente en los fertilizantes organominerales, junto con los nutrientes minerales, facilita su absorción y ayuda en el transporte de fotoasimilados producidos por la propia planta (ALMEIDA et al., 2019). En los organominerales, los nutrientes se liberan lentamente, tendiendo a persistir por más tiempo en el suelo (AGUILAR et al., 2019; SOUZA et al., 2020).
En el trabajo desarrollado por Luz et al. (2010) al evaluar la productividad del tomate 'Débora Pto' con la aplicación de fertilizante organomineral, los investigadores pudieron observar que en las dos primeras semanas de cosecha no hubo diferencia entre los tratamientos probados. Sin embargo, a partir de la tercera semana se registró un aumento en el número promedio de tomates comercializables, mostrando una mayor producción. La evaluación de diferentes fuentes de aporte de nutrientes en igualdad de condiciones edáficas y climáticas permite visualizar el mayor potencial productivo del cultivo y calidad del fruto con fertilizantes organominerales.
La nutrición con organominerales permite a las plantas de tomate un mejor aprovechamiento de los nutrientes esenciales, de forma más eficiente, durante cada fase de su ciclo productivo, favoreciendo el crecimiento del cultivo, la productividad y la calidad poscosecha. La aplicación de fertilizantes organominerales satisface los requerimientos nutricionales del cultivo y proporciona su crecimiento saludable, además de aumentar su productividad (DE OLIVEIRA et al., 2023).
El fertilizante organomineral, en abono, proporciona un aumento del número de frutos comercializables por planta, peso medio de frutos, masa fresca, masa seca de frutos por planta, diámetro y productividad media del cultivo. Estos resultados respaldan que la fertilización organomineral en el aderezo en plantas de tomate industrial favorece atributos que pueden aumentar la productividad y reducir el uso de nutrientes minerales (PERES; TERRA; REZENDE, 2020).
Ante esto, ILSA puede contribuir con GRADUAL MIX en la formulación NPK que de acuerdo al análisis de suelo brindará la mejor formulación, contribuyendo eficientemente ya que los productos ILSA pueden aportar nutrientes de manera paulatina a las plantas.
N-TIME es rico en nitrógeno y carbono. En hortalizas se puede utilizar en sustitución del estiércol, su aplicación debe realizarse durante la preparación del suelo (10 -15 días antes de la siembra).
Como complemento a la fertilización del suelo, una buena opción en la época de floración y formación de frutos es ILSAMIN CAMG. Es un fertilizante organomineral líquido a base de proteínas hidrolizadas enzimáticamente (GELAMINA), que representa una fuente natural de aminoácidos de rápida absorción, aportando nitrógeno, calcio y magnesio a las plantas, ayudándolas también a afrontar periodos de adversidades bióticas y abióticas.
Referencias:
AGUILAR, Ariel Santivañez et al. Influencia de la fertilización organomineral en el desarrollo del cultivo de papa cv. Cupido. 2019.
DE AGUIAR, Fabricio Resende et al. Producción y calidad de remolacha sometida a diferentes manejos de fertilización y efecto residual sobre la producción de maíz cultivado en sucesión. Revista de análisis y progreso ambiental, v. 6, núm. 1, pág. 060-070, 2021.
ALMEIDA, Marcelo José de et al. Deficiente reposición de agua y fertilización con organominerales en el crecimiento y producción de plantas de tomate industrial. 2017.
ALVÉS, Bárbara da Silva. Comportamiento vegetativo de cultivos de tomate bajo diferentes dosis de fertilizantes. Trabajo de finalización del curso. UNIVERSIDAD DE BRASILIA. 2021.
CHÁVEZ, Pavel Chaveli et al. Fertilización organomineral en el manejo sustentable de tierras cultivadas con maíz (Zea mays L.). Revista Científica Agroecosistemas, v. 7, núm. 3, pág. 116-122, 2019.
DA SILVA, VL et al. Dosis de NPK en tomate cv. Marmande y su desempeño en el campo en el Cerrado. REVISTA DE AGRICULTURA NEOTROPICAL, v. 5, núm. 1, pág. 54-59, 2018.
DIAS, Guilherme et al. Dosis de fertilizante para la producción de plántulas de tomate (Solanum Lycopersicum). Actas del Salón Internacional de Docencia, Investigación y Extensión, v. 11, pág. 14, 2020.
DE OLIVEIRA, Letícia Lopes et al. Respuesta de tomates cherry a la fertilización organomineral para aumentar la productividad. Revista de análisis y progreso ambiental, v. 8, núm. 2, pág. 054-061, 2023.
FARNEZI, Priscila Kelly Barroso et al. Producción y caracterización fisicoquímica de fresa (Fragaria X Ananassa Duch) bajo diferentes fuentes de fertilizante fosfatado. Revista Brasileña de Desarrollo, v. 6, núm. 9, pág. 65051-65066, 2020.
FERNANDES, Pedro Henrique et al. Uso de fertilizantes organominerales fosfatados en el cultivo de lechuga y maíz de forma sucesiva. Revista Brasileña de Desarrollo, v. 6, núm. 6, pág. 37907-37922, 2020.
FERREIRA, Sila María Rodrigues et al. Calidad poscosecha de tomate de mesa convencional y orgánico. Ciencia y tecnología de los alimentos, v. 30, pág. 858-869, 2010.
FILGUEIRA, FAR Nuevo manual de hortalizas: Agrotecnología moderna en la producción y comercialización de hortalizas. 3ª edición. Viçosa: UFV, 2008. 421p.
GUEDES, Rodolfo AA et al. Estrategias de riego con agua salina para plantas de tomate cherry en ambiente protegido. Revista Brasileña de Ingeniería Agrícola y Ambiental, v. 19, núm. 10, pág. 913-919, 2015.
HAHN, L. y col. Aplicación de formulaciones de calcio y boro en el cultivo de tomate en tutorado. Agropecuária Catarinense, v. 30, pág. 61-66, 2017.
Lana, RMQ; Franco, MHR; Magela, MLM; Gontijo, LN Potenciales de los fertilizantes organominerales. Revista campo y negocios. 2020.
LUZ, José Magno Queiroz; SHINZATO, André Vinícius; SILVA, Monalisa Alves Diniz da. Comparación de sistemas de producción de tomate convencional y ecológico en cultivo protegido. Biosci. j.(en línea), 2007.
MEDEIROS, Pedro RF et al. Tolerancia del cultivo de tomate a la salinidad del suelo en un ambiente protegido. Revista Brasileña de Ingeniería Agrícola y Ambiental, v. 16, pág. 51-55, 2012.
MOTA, Raquel Pinheiro et al. Biosólidos y cachaza de caña de azúcar en la composición de fertilizantes organominerales sobre las respuestas de la soja. Revista Internacional de Reciclaje de Residuos Orgánicos en la Agricultura, v. 8, pág. 131-137, 2019.
MUELLER, S. et al. Instalación de abono fosfatado al plantar y cubrir plantas de tomate. Agropecuária Catarinense, v. 31, núm. 2, pág. 52-57, 2018.
Pereira, RB; Melo, RAC; Morais, AA Tizón tardío de las plantas de tomate. Nuestro Ajo, 28, 52-56. 2018.
PERÉS, Liliane Aparecida Cardoso; TERRA, Natanael Fidelis; REZENDE, Claudia Fabiana Alves. Productividad de tomates industriales sometidos a fertilización organomineral bajo techo. Revista Brasileña de Desarrollo, v. 6, núm. 3, pág. 10586-10599, 2020.
PIMENTEL, C. La relación de la planta con el agua. Seropédica: Edur, 2004. 191p.
PRADO, RM Nutrición vegetal. São Paulo: Unesp, 2008. 407p.
Silva, A; Menezes, RSC Fertilización orgánica de papa con estiércol y/o Crotalaria juncea. Disponibilidad de N, P y K en el suelo durante todo el ciclo de crecimiento. Revista Brasileña de Ciencias del Suelo,31, 51-61. 2007.
SOUZA, José TA et al. Efectos de la salinidad del agua y la fertilización organomineral sobre la composición y producción de hojas en Passiflora edulis. Revista Brasileña de Ingeniería Agrícola y Ambiental, v. 22, pág. 535-540, 2018.
SOUZA, Marliezer Tavares et al. Altura de planta y diámetro de tallo en caña de azúcar de segundo corte fertilizada con organominerales provenientes de lodos de depuradora y bioestimulante. Revista Brasileña de Desarrollo, v. 6, núm. 1, pág. 1988-1994, 2020.
Autores:
Ing. Agr. Dra. Angélica Schmitz Heinzen
Ing. Agr. Maestría en Ciencias. Thiago Stella de Freitas
Ing. Agr. Tuíra Barcellos