El uso de cultivos de cobertura es importante para la calidad física del suelo, tanto para proteger la superficie como para proporcionar fitomasa de la parte aérea y raíces (SOUZA et al. 2014). Además, acumulan nutrientes en el material vegetal y los liberan durante la descomposición, lo que permite el mantenimiento y mejora de la fertilidad del suelo (SILVA et al. 2014) y estimula la actividad biológica a través de la interacción positiva entre las plantas y la microbiota del suelo (REIS et al. 2012).
Rossetti et al. (2012) observaron mejoras en los atributos físicos de la capa superficial del suelo y un aumento en los niveles de materia orgánica, que es fuente de nutrientes para los cultivos, mediante el uso de cultivos de cobertura en comparación con el barbecho. En el trabajo realizado por Alcântara et al. (2000) los autores encontraron mayores acumulaciones de los elementos nitrógeno, potasio, calcio y magnesio en la superficie del suelo cuando se utilizan leguminosas como cultivos de cobertura en comparación con el uso de gramíneas y atribuyeron este efecto a una mayor capacidad de reciclaje y movilización de nutrientes en los primeros. de ellos.
Para el cultivo de cultivos de cobertura, Pauletti et al. (2009) señalan que la capacidad de promover la absorción de nutrientes en capas profundas del suelo y acumularlos en la parte aérea brinda beneficios al cultivo sucesor luego de la degradación de la paja en la superficie del suelo, además de demostrar importancia en el manejo. para el control de malezas (SODRÉ FILHO et al., 2008).
Para CHERUBIN (2022), los beneficios del uso de cultivos de cobertura en sistemas agrícolas van más allá de cubrir la superficie del suelo, la Figura 1 demuestra múltiples beneficios del uso en la mejora de la salud del suelo, es decir, mejorar los aspectos físicos, químicos y biológicos de los que son responsables de la funcionamiento del suelo como ecosistema vivo. Por encima de la superficie, los cultivos de cobertura promueven el control de la erosión al reducir el impacto de la lluvia, reducir la escorrentía y aumentar la resistencia del suelo a la desintegración. Además, estas plantas ayudan en la regulación térmica del suelo, reduciendo la evaporación y controlando las malas hierbas, ya sea compitiendo por luz, agua y nutrientes, efecto alelopático o actuando como barrera física contra la aparición de plantas invasoras.
Figura 1. Beneficios para la función del suelo proporcionados por el uso de cultivos de cobertura. Fuente: QUERUBÍN, 2022.
El cultivo de cultivos de cobertura, principalmente leguminosas, contribuye a la fijación de nitrógeno mediante asociación con microorganismos. Además del importante papel en la fijación biológica, el ciclo vegetativo y la posterior descomposición de los residuos de los cultivos regula el ciclo de los nutrientes y aumenta la disponibilidad de fósforo, potasio, nitrógeno y otros macro y micronutrientes para cultivos posteriores (CHERUBIN, 2022).
Entre las leguminosas de verano con potencial uso para abono verde destacan: cáñamo sunn (Crotalaria juncea), judías verdes (Canavalia ensiforme), el gandul enano (Cajanus cajan) y mucuna negra (tierras mucunas) (PEREIRA et al., 2017). Según Foloni et al. (2006), la producción de masa seca de la parte aérea del cáñamo sunn no se ve influenciada por la compactación del suelo y la especie ayuda a mejorar las características físicas del suelo, además de presentar un buen aporte de macronutrientes en la masa seca de la parte aérea. parte (LEAL et al., 2013). El frijol se adapta a diferentes condiciones de suelo y clima (TEODORO et al., 2011) y su rusticidad lo convierte en una alternativa para abonos verdes en regiones con suelos ácidos, salinos, mal drenados y de baja fertilidad (PADOVAN et al., 2011). El gandul enano tiene un sistema radicular profundo y permite el reciclaje de nutrientes en capas más profundas del suelo (FARIAS et al., 2013). A pesar de presentar una alta acumulación de nitrógeno en la masa seca de la parte aérea (BARROS et al., 2013), la mucuna-preta tiene un ciclo de desarrollo más largo, lo que puede perjudicar su uso en sistemas de rotación de cultivos (TEODORO et al., 2011) .
Entre los pastos de verano, el pasto sudán (sorgo sudanés) por presentar alta productividad de fitomasa (BORGES et al., 2015). Por otro lado, el trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum), perteneciente a la familia Poligonáceas, es una planta de alta rusticidad y ciclo corto. Destaca por su tolerancia a la acidez del suelo y su capacidad para absorber sales de fósforo y potasio que presentan baja solubilidad. Además, se desarrolla bien en suelos de baja fertilidad (KLEIN et al., 2010).
En cultivos de invierno, el trigo (Triticum aestivum L..) es la principal especie invernal cultivada en la región Sur, pero problemas recurrentes como el fracaso de cosechas anteriores por problemas climáticos hacen que esta especie no se desarrolle de forma aislada en toda el área de cultivo (ZIECH et al., 2015). De esta forma, el cultivo de avena (Avena spp.) al ser un poco más rústico, tiene potencial para rellenar áreas en el período invernal con el fin de cubrir el suelo. En este contexto, todavía existe potencial para llenar las áreas con cultivos de cebada (Hordeum vulgare L.), canola (Brassica napus L.), triticale (X Triticosecale Wittmack) y centeno (cereal seco L.) (ZIECH et al., 2015), entre otros.
Como lo mencionan Silveira et al. (2020) los cultivos de cobertura se pueden implementar en cultivos extremos o en cultivos intercalados. El uso de cultivos de invierno de alta calidad puede presentar una serie de beneficios para el suelo y los cultivos posteriores (AITA et al., 2001). Entre las ventajas del cultivo intercalado frente al cultivo aislado destacan la mayor producción de materia seca, partes aéreas y radiculares, acumulación y reciclaje de nutrientes y protección del suelo. Ziech et al. (2015) utilizaron como cobertura plantas de ciclo invernal: avena negra (Avena strigosa Schreb.); raigrás (Lolium multiflorum Justicia.); centeno (cereal seco L.); altramuz blanco (Lupinus albus L.); veza común (vicia sativa L.); nabo forrajero (Raphanus sativus L.); y cultivos intercalados entre avena negra + veza común (A+E) y avena negra + veza común + nabo forrajero (A+E+N). Y como resultado obtuvieron esa avena negra (Avena strigosa), en cultivos individuales y asociados, tiene un alto potencial para cubrir el suelo entre 49 y 50 días después de la siembra, con un aporte de materia seca (MS) superior a 2.600 kg ha.-1 en la superficie del suelo. También el consorcio entre avena negra, veza común (vicia sativa) y nabo forrajero (Raphanus sativus) (A+E+N) proporciona residuos vegetales en la superficie del suelo con una relación C/N equilibrada en comparación con cultivos individuales. Y los pastos puros y los cultivos intercalados con pastos tienen un mayor potencial de protección del suelo, debido a los residuos que quedan en la superficie. Además, el consorcio entre A+E+N presenta una descomposición intermedia a monocultivos y promueve el mantenimiento de al menos 1.045 kg ha-1 de paja en el suelo 120 días después del manejo.
El advenimiento de la siembra directa trajo grandes avances en la reducción de la erosión hídrica en zonas agrícolas, sin embargo, en muchas situaciones existe una deficiencia en la cobertura del suelo (WOLSCHICK et al., 2016). En general, el monocultivo o la sucesión de cultivos empeora este problema, que podría solucionarse con el uso de especies para cobertura del suelo antes de los cultivos comerciales (WOLSCHICK 2014).
La aplicación de los conceptos de sistema de siembra directa y sostenibilidad con el uso de plantas para proteger el suelo o para abono verde y ciclo de nutrientes en áreas agrícolas se ha convertido en una práctica importante tanto en invierno/verano como fuera de temporada (PEREIRA et al. . al., 2017). El posterior cultivo de especies sin rotación de cultivos reduce considerablemente la deposición de residuos vegetales en la superficie del suelo y resulta en una reducción de los niveles de materia orgánica (PERIN et al., 2000) y la degradación de las características físicas, químicas y biológicas del suelo. , con daños directos al medio ambiente (ERNANI et al., 2001).
Entre los cultivos de cobertura utilizados como fertilizantes verdes, las leguminosas tienen la capacidad de fijar biológicamente nitrógeno y ponerlo a disposición del cultivo sucesor (PEREIRA et al., 2017). Sin embargo, al tener una baja relación C/N y una alta tasa de descomposición de la biomasa vegetal, tiene un tiempo de cobertura del suelo más corto en comparación con los pastos (TEIXEIRA et al., 2009). A su vez, los pastos tienen un alto grado de rusticidad, alta acumulación de materia verde (BARRADAS, 2010), actúan como reguladores de la temperatura y humedad del suelo y reducen los riesgos de erosión (BRANCALIÃO & MORAES, 2008) debido a la alta relación C/ . N y menor tasa de descomposición de la biomasa vegetal (ALVARENGA et al., 2001). Así, los abonos verdes son importantes para la agricultura porque promueven el rápido ciclo de los nutrientes, favoreciendo su uso por cultivos secuenciales, especialmente aquellos elementos con potencial lixiviante como el nitrógeno o aquellos que pueden ser retenidos en suelos meteorizados, como el fósforo (RODRIGUES et al. ., 2012).
El uso del sistema de siembra directa, cuando se gestiona siguiendo sus principios básicos de mínima perturbación, mantenimiento del suelo permanentemente cubierto y rotación de cultivos, constituye un complejo tecnológico capaz de garantizar la conservación del suelo y del agua en los suelos brasileños (DE MORAES et al., 2016 ). La capa de paja sobre la superficie del suelo actúa como una barrera física contra las pérdidas de agua por evaporación debido a la reducción de las temperaturas máximas del suelo.
De acuerdo a lo descrito en el texto, es posible observar la importancia de los cultivos de cobertura y la forma en que impactan en la calidad y aumento de la fertilidad del suelo, por lo que es imprescindible utilizar esta práctica de manejo para obtener suelos más sanos y capaces de permitir cultivos. para expresar su máximo potencial productivo.
Referencias bibliográficas
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Autores
- Ing. Agr. Dra. Angélica Schmitz Heinzen
- Ing. Agr. Maestría en Ciencias. Carolina Custodio Pinto
- Ing. Agr. Maestría en Ciencias. Thiago Stella de Freitas