El aumento de la productividad de la soja está ligado a varios factores como la calidad del suelo, la fertilidad del suelo, el cultivar mejor adaptado a la región, la calidad de la semilla, el manejo, las condiciones climáticas, entre otros. En este texto abordaremos específicamente cómo la calidad biológica del suelo, el uso de organominerales y la disponibilidad de fósforo afectan la productividad de la soja.
Un suelo sano es un suelo biológicamente activo, productivo, capaz de almacenar agua, secuestrar carbono y promover la degradación de pesticidas, entre otros importantes servicios ambientales (MENDES et al., 2020).
La actividad enzimática del suelo depende de la biosfera, ya que todas las enzimas tienen origen biológico, ya sea de microorganismos, fauna o flora (LISBOA et al., 2012). Las enzimas son los agentes que median en la descomposición de la materia orgánica del suelo. Por tanto, al evaluar la actividad de una enzima, es posible determinar cambios en la demanda microbiana de nutrientes. Cabe mencionar que estas actividades enzimáticas están directamente relacionadas con los procesos de adquisición, fijación y retención de moléculas que tienen dichos elementos en sus composiciones, lo que contribuye significativamente a la mayor absorción de nutrientes por parte de la planta (NGUYEN et al, 2017).
En el suelo, las enzimas son producidas por microorganismos, exudadas por las plantas o resultantes de la descomposición de biomasa vegetal, animal y microbiana (DAS y VARMA, 2010). Las reacciones catalizadas por estas enzimas actúan en el ciclo de nutrientes esenciales para el desarrollo de las plantas, como el carbono, fósforo, nitrógeno y azufre (UTOBO y TEWARI, 2015), descubre más accediendo al texto Bioanálisis y la importancia de los microorganismos en la agricultura.
El uso de compuestos orgánicos en mezclas con fertilizantes minerales industrializados (organominerales) es una opción importante en la fertilización de suelos (CABRAL et al., 2020). Estos compuestos tienen propiedades tales como retención de humedad, suministro de nutrientes, activación de la biota del suelo y tienen el potencial de mejorar las propiedades físicas del suelo (SOUZA y PREZOTTI, 1997).
El uso de organominerales promueve una solución tecnológica también desde el punto de vista ambiental ya que reemplaza parcialmente el uso de fertilizantes de origen mineral (ORLANDO JÚNIOR et al., 2016). Además, es posible reutilizar residuos agroindustriales que no podrían eliminarse racionalmente. Además, el uso de este fertilizante contribuye al pilar económico ya que tiene el potencial de reducir costos de producción y generar ahorros (JÚNIOR et al., 2017).
El fertilizante organomineral, en comparación con el fertilizante mineral, tiene un potencial químico reactivo relativamente menor, sin embargo, su solubilización es gradual durante el período de desarrollo del cultivo, cuando la eficiencia agronómica puede llegar a ser mayor, en comparación con los fertilizantes minerales solubles (KIEHL, 2008).
De esta manera, se realizó un ensayo científico que tuvo como objetivo comparar el fertilizante organomineral GRADUAL MIX, de ILSA, con fertilizantes minerales. Ambos fueron aplicados en diferentes dosis a cultivos de soja, en un estudio realizado en Cruz Alta, Rio Grande do Sul, en colaboración con la consultora Physioatac y los tratamientos se pueden ver en la Tabla 1.
Tabla 1- Tratamientos y dosis evaluadas.
Fertilizante base (kg/ha) | ||
Tratos | Producto | Dosis |
1 | Control | 0 |
2 | Formulado 23-02-23 | 200 |
3 | MEZCLA GRADUAL 15-06-10 (100%) | 300 |
4 | MEZCLA GRADUAL 15-06-10 (75%) | 215 |
5 | MEZCLA GRADUAL 15-06-10 (50%) | 150 |
Fuente: propio autor.
Se observaron aumentos en la productividad para todos los tratamientos evaluados con relación al control (Figura 1). La productividad promedio del ensayo fue de 76,0 sc/ha, productividad considerada adecuada para los niveles encontrados en la zona y consistente con la productividad promedio de la región, tomando en cuenta las condiciones climáticas durante la cosecha.
Figura 1: Representación gráfica del efecto de la aplicación de fertilizantes minerales y organominerales sobre la productividad de la soja.
Con relación a la tecnología GRADUAL MIX, se observó un aumento promedio en la actividad enzimática de la beta-glucosidasa, Aril-sulfatasa (Figuras 2 y 3), así como en el contenido de fósforo foliar y la eficiencia en el uso del fósforo (Figuras 4 y 5, respectivamente). , demostrando los efectos de la tecnología sobre el crecimiento de las raíces y la actividad biológica del suelo.
Las enzimas pueden ser buenos indicadores de la calidad del suelo, ya que son extremadamente sensibles a los cambios y presentan una respuesta temprana a los cambios físicos, químicos y biológicos del suelo y, en general, suelen asociarse con índices de productividad de cultivos (DICK et al. al. , 1997; WAHSHA et al., 2016). Se encuentran en bajas concentraciones en el suelo, por lo que su valoración se refiere a su actividad y no a su cantidad (Moreira y Siqueira, 2006).
La betaglucosidasa es una enzima presente en la mayoría de los suelos (TABATABAI, 1994). Es un compuesto orgánico que se encuentra en plantas, animales, hongos y bacterias. El nombre de esta enzima se basa en el enlace que hidroliza. Esta enzima cataliza la hidrólisis de los residuos de celobiosa, es decir, participa en el proceso de descomposición de la fase final de la celulosa. Estas reacciones generan como producto final moléculas de glucosa libre, la cual es una fuente de energía esencial para el desarrollo de los microorganismos del suelo (ADETUNJI et al, 2017). Esta enzima está directamente asociada al ciclo biogeoquímico del carbono, elemento fundamental requerido en altas cantidades por todos los seres vivos (FONSECA, 2021).
La actividad betaglucosidasa puede ser extremadamente útil para monitorear la calidad del suelo, ya que es fundamental en el ciclo de la materia orgánica del suelo, que se define como un parámetro importante para evaluar la calidad del suelo (SHERENE, 2017). Su capacidad para estabilizar y descomponer la materia orgánica se puede aplicar fácilmente a estudios relacionados con el impacto del manejo del suelo (DAS y VARMA, 2010). La deficiencia de betaglucosidasa provoca una escasez de azúcares para los microorganismos, reduciendo las reacciones promovidas por estos compuestos, reduciendo en consecuencia la calidad del suelo. Por lo tanto, la Beta-glucosidasa puede usarse como parámetro para indicar la presencia de glucosa disponible para los microorganismos en la capa superficial del suelo (ADETUNJI et al., 2017).
La arilsulfatasa es secretada por microorganismos del suelo en respuesta a niveles críticos de azufre en el medio ambiente y cataliza el proceso de hidrólisis de ésteres sulfatados (KERTESZ y MIRLEAU, 2004). Aunque los ésteres de sulfato se consideran la forma más lábil de azufre orgánico en el suelo, es necesario hidrolizarlos y transformarlos en sulfato inorgánico (SO4 2- ) para ser absorbido por las plantas. En este proceso de hidrólisis se rompen los enlaces entre el oxígeno (O) y el azufre (S), formando compuestos inorgánicos de azufre (TABATABAI, 1994).
La aparición de esta enzima en los diferentes sistemas de producción generalmente está asociada con la biomasa microbiana y la tasa de inmovilización de S. Otros factores pueden afectar la actividad de esta enzima, como la presencia de aniones azufre, variaciones en la humedad del suelo debido a la estacionalidad, pH del suelo. la solución del suelo y presencia de metales pesados (SHERENE, 2017).
La actividad de la arilsulfatasa está relacionada con la cantidad de carbono orgánico en el suelo y muestra una caída a medida que aumenta la profundidad del suelo, debido a niveles más bajos de materia orgánica en las capas más profundas del suelo (KLOSE et al., 2000). Lopes et al., (2013), observaron una relación significativa entre los niveles de arilsulfato en el suelo y el rendimiento acumulado de granos de soja y maíz.
En este trabajo, la enzima beta-glucosidasa en la fase fenológica R1 obtuvo mayor actividad con el tratamiento 3 - GRADUAL MIX 15-06-10 (dosis 100%), mientras que la actividad enzimática de la Aril-sulfatasa fue mayor en los tratamientos 4 - GRADUAL MIX 06 -15-10 (dosis 75%) y 5- MIX GRADUAL 15-06-10 (dosis 50%) (Figura 2). El uso de la actividad de las dos enzimas Aril-sulfatasa y Beta-glucosidasa como indicadores del funcionamiento de la maquinaria biológica del suelo se debe a que los cambios en las propiedades químicas, en particular en los niveles de materia orgánica del suelo (MOS), no siempre ocurren, son capaces de expresar los cambios que ocurren en el suelo resultantes de la adopción de sistemas de manejo de conservación, como el sistema de siembra directa, la integración cultivo-ganado y la integración cultivo-ganado-bosque (MENDES et al., 2020). . Estas dos enzimas tienen una estrecha relación con la MOS – parámetro básico de la calidad del suelo – y con el rendimiento de grano – parámetro que refleja el aspecto económico de los cultivos – que son fundamentales para la sostenibilidad de los negocios agrícolas (LOPES et al., 2013, 2018 MENDES et al., 2019). La arilsulfatasa tiene un espectro de pH ideal de 5,8 a 8,2, lo que justifica una mayor actividad de esta enzima en suelos alcalinos en comparación con suelos ácidos (KLOSE et al., 2000). En consecuencia, encalar el suelo puede aumentar la actividad de la arilsulfatasa en el suelo. La exudación de compuestos orgánicos e inorgánicos por las raíces promueve una reducción del pH en la rizosfera, lo que resulta en una caída de la actividad de esta enzima, ya que la principal fuente de Aril-sulfatasa en el suelo es de origen microbiano, la cual se ve afectada por la reducción del pH (SHERENE, 2017).
Figura 2- Representación gráfica del bioanálisis de suelos en la fase fenológica de R1. Estación experimental Physioatac Consultoria. Cruz Alta-RS.
Las enzimas están presentes en todos los organismos vivos, pero las más importantes en los estudios de calidad del suelo son las de origen microbiano (FONSECA, 2021). Por tanto, la actividad enzimática de determinadas enzimas puede estar directamente asociada con la biomasa microbiana, ya que es un reflejo de la actividad metabólica de la microbiota del suelo (LISBOA et al., 2012). Los factores que afectan a los microorganismos, en consecuencia, afectan la actividad enzimática, como, por ejemplo, el pH, la temperatura, la disponibilidad de agua y otros atributos abióticos (MOREIRA y SIQUEIRA, 2006).
Factores como la diversidad microbiana del suelo y la complejidad de la materia orgánica influyen en la aparición de enzimas, por lo que no es posible cuantificar todas las diferentes enzimas presentes en el suelo (FONSECA, 2021). Existen al menos 500 enzimas involucradas en los procesos de ciclado de nutrientes (GIANFREDA y RUGGIERO, 2006) y las más importantes son las celulasas y deshidrogenasas, fosfatasas, arilsulfatasas y ureasas, que participan en el ciclado de C, P, S y N, respectivamente. (ADETUNJI et al, 2017).
En cuanto a la actividad enzimática poscosecha en este ensayo, la enzima Beta-glucosidasa volvió a obtener mayor actividad con el tratamiento 3-GRADUAL MIX 15-06-10 (dosis 100%), mientras que la actividad enzimática de la Aril-sulfatasa fue mayor en el tratamiento 5 - GRADUAL MIX 15-06-10 (dosis 50%) (Figura 3). Estos resultados muestran que el uso de la tecnología GRADUAL MIX mantiene la salud del suelo al preservar la actividad biológica del suelo que beneficiará a futuros cultivos. Comprender las actividades enzimáticas es de suma importancia, ya que actúan como indicadores del estado de degradación del suelo, participan en varios procesos biogeoquímicos del suelo y responden rápidamente a los cambios resultantes del manejo (DAS y VARMA, 2010).
Figura 3- Representación gráfica del bioanálisis de suelos poscosecha. Estación experimental Physioatac Consultoria. Cruz Alta-RS.
El fósforo (P) es absorbido por las plantas en su forma inorgánica (H2POLVO4 –) que se origina a partir de la solubilización de minerales fosfatados y la mineralización de la materia orgánica (GATIBONI, 2003). Este nutriente es de fundamental importancia para el cultivo de la soja, dado que participa en varios procesos metabólicos, como la transferencia de energía (ATP), la fotosíntesis, la respiración, la síntesis de ácidos nucleicos y glucosa, la síntesis y estabilidad de membranas (fosfolípidos) y. activación y desactivación de enzimas (VANCE et al., 2003; PAULA, 2016).
Novais et al. (2007) explican el proceso de adsorción y disponibilidad de P en los suelos. Una vez suministrado el fertilizante, se solubiliza y pasa a la solución del suelo. En condiciones de pH bajo, parte del P precipita en formas poco solubles. En la solución se produce un desequilibrio con relación al momento previo a la aplicación del fertilizante, lo que puede dar lugar tanto a difusión como a adsorción, siendo esta última la que se produce con mayor facilidad, especialmente en suelos meteorizados. El OP adsorbido se transforma en P lábil, que actúa como reservorio, suministrando P a la solución cuando es escaso. Este flujo de P en forma de solución lábil o solución lábil varía según el tamaño de las partículas y la meteorización del suelo (PAULA, 2016).
Los resultados muestran que el contenido de fósforo foliar fue mayor en todos los tratamientos con GRADUAL MIX, siendo el tratamiento 4 – GRADUAL MIX a la dosis de 75% el que tuvo el mayor contenido de fósforo foliar (Figura 4). Cabral et al. (2020) observaron que hubo un aumento en el contenido de fósforo foliar de la soja con el aumento de las dosis de fertilizantes minerales y organominerales, lo que se puede explicar por la disponibilidad de fósforo orgánico de esta fuente, que es la más utilizada por las plantas. La adición de fertilizantes (minerales, orgánicos u organominerales) ricos en fósforo (P) favorece un aumento en la concentración de este nutriente en el suelo, así, las plantas tienden a obtener mayores niveles de fósforo en sus hojas, proporcionando incrementos en el crecimiento y desarrollo de la soja (DEON, 2007; SANTOS et al., 2021).
Figura 4- Representación gráfica del contenido de fósforo foliar. Estación experimental Physioatac Consultoria. Cruz Alta-RS
Al analizar la eficiencia del uso del fósforo, que representa el volumen producido por la cantidad de fertilizante aplicado, notamos un aumento significativo en el uso de la tecnología GRADUAL MIX, ya que fue posible producir más soja con menos P aplicado al suelo (Figura 5). Un tema importante es el fósforo lábil del suelo, abordado en un texto reciente disponible en el blog de ILSA. La fracción lábil está representada por el conjunto de compuestos de fosfato capaces de reponer rápidamente la solución del suelo cuando es absorbida por plantas o microorganismos. Por tanto, las fracciones más lábiles dependen del grado de meteorización del suelo, mineralogía, textura, contenido de materia orgánica, características físico-químicas, actividad biológica y vegetación predominante (WALKER y SYERS, 1976; CROSS y SCHLESINGER, 1995).
Sengik y Kiehl (1995), afirman que los fertilizantes fosfatados como el MAP contienen un poder acidificante bajo el suelo, lo cual es confirmado por Hennig y Coltro (2009), quienes encontraron que la fertilización con fertilizante fosfatado MAP, que también contiene nitrógeno, determinó incrementos significativos en la acidez del suelo. Novais et al. (2007) explican el proceso de adsorción y disponibilidad de P en los suelos. Una vez suministrado el fertilizante, se solubiliza y pasa a la solución del suelo. En condiciones de pH bajo, parte del P precipita en formas poco solubles. En la solución se produce un desequilibrio con relación al momento previo a la aplicación del fertilizante, lo que puede dar lugar tanto a difusión como a adsorción, siendo esta última la que se produce con mayor facilidad, especialmente en suelos meteorizados. El OP adsorbido se transforma en P lábil, que actúa como reservorio, suministrando P a la solución cuando es escaso. Este flujo de P en forma de solución lábil o solución lábil varía según el tamaño de las partículas y la meteorización del suelo (PAULA, 2016).
En suelos más arcillosos, el P encuentra mayor resistencia para pasar de un lugar a otro, esto se conoce como “poder amortiguador del suelo”. El sistema de reservorio (P-lábil) funciona como regulador del exceso y la escasez, siendo aún más riguroso en suelos muy meteorizados, donde el P pasa más rápidamente de la forma lábil a la no lábil (forma no fácilmente disponible), fenómeno conocido como fijación de P (NOVAIS et al., 2007, PAULA, 2016).
La eficiencia del P es un fenómeno muy complejo y se ve afectado por una gran cantidad de mecanismos vegetales asociados con la adquisición de P del suelo y su uso a nivel celular (OZTURK et al.; 2005). La eficiencia de absorción, bajo baja disponibilidad de P, puede verse influenciada por cambios morfológicos, fisiológicos y/o bioquímicos en el sistema radicular de la planta, tales como: desarrollo de raíces laterales (GERLOFF y GABELMAN, 1983) y pelos radiculares; aumento de la relación entre raíces y brotes; cambios en la arquitectura raíz; formación de raíces proteoides; mayor asociación con hongos micorrízicos; aumento de la velocidad máxima de absorción (CAMACHO-CRISTÓBAL et al., 2008); cambios en el pH de la rizosfera; exudación de compuestos orgánicos por las raíces y niveles de fosfatasas en las células de la raíz (STARNES et al., 2008; PAULA, 2016).
Figura 5- Representación gráfica de la eficiencia en el uso del fósforo. Estación experimental Physioatac Consultoria. Cruz Alta-RS.
Los resultados obtenidos en este experimento demuestran que el uso de fertilizantes organominerales GRADUAL MIX contribuye a mejorar la salud biológica del suelo, aumentando la actividad enzimática, mejorando por tanto también la eficiencia en el uso del fósforo. Los compuestos orgánicos altamente asimilables presentes en los fertilizantes de la línea GRADUAL MIX se unen a los óxidos de Fe y Al liberando fósforo para su absorción. Además, GRADUAL MIX tiene un menor potencial de acidificación del suelo, lo que reduce el poder reactivo del fósforo y aumenta su eficiencia.
Los resultados del experimento indican que los fertilizantes organominerales, como GRADUAL MIX, juegan un papel crucial en la salud biológica del suelo. Al aumentar la actividad enzimática, estos fertilizantes mejoran la eficiencia en el uso del fósforo, un nutriente esencial para el crecimiento de las plantas.
Estas características hacen de GRADUAL MIX una opción prometedora para prácticas agrícolas que tienen como objetivo preservar la salud del suelo y maximizar la eficiencia nutricional de las plantas.
Referencias:
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Autores:
Ing. Agr. Dra. Angélica Schmitz Heinzen
Ing. Agr. Maestría en Ciencias. Thiago Stella de Freitas
Ing. Agr. Tuíra Barcellos